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viernes, 23 de diciembre de 2016

EL ORGASMO: ALGUNOS MITOS Y REALIDADES

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Si bien durante mucho tiempo una sociedad más bien machista solo indicaba que el que tenía que disfrutar era el hombre (o por lo menos era el único que tenía la posibilidad de reconocer que disfrutaba con el sexo), la verdad es que el proporcionar placer a nuestra pareja puede ser tan gratificante como el de recibirlo. El cerebro es en realidad un órgano sexual muy importante. El deseo, la excitación, el placer, y más pasan por el cerebro. Por supuesto, esto quiere decir que el primer paso hacia un orgasmo pasa por la cabeza.
Desde el punto de vista sexológico, el orgasmo constituye el momento en el cual, después de una gran tensión sexual que ha venido en ascenso (todos los músculos están contraídos, los genitales están llenos de sangre, el ritmo cardíaco y el respiratorio están en su nivel más alto) se descarga esta tensión a través de contracciones rítmicas de los músculos pélvicos, lo que produce una vivencia de gran placer. Es una experiencia extraordinaria que suele ser el punto culminante (el más intenso) de la vivencia sexual. Puede ser un momento de gran plenitud e intensidad. Lo que significa que no se experimenta únicamente en forma fisiológica, sino que hay un componente subjetivo, emocional fundamental, que suele experimentarse con un extremo placer y sensación de plena satisfacción. Cada persona vive sus orgasmos de manera particular.
Hay muchos mitos y creencias alrededor del orgasmo que pueden llegar a convertirlo en un punto de preocupación. Uno de los mitos más difundidos dice que para que una relación sexual sea positiva y adecuada, el orgasmo de ambos miembros de la pareja debe darse al mismo tiempo. Esto no necesariamente es así. Un encuentro sexual puede ser muy satisfactorio aunque ambos integrantes alcancen su orgasmo en distintos momentos. Una relación erótica también puede ser placentera sin necesidad de alcanzar siempre el clímax.
Otra de las creencias se relaciona (en el caso de la sexualidad masculina) con la asociación ineludible entre eyaculación y orgasmo. Muchas veces efectivamente van unidos, pero no tiene por qué ser siempre así. Es posible eyacular sin tener orgasmo y viceversa. Esta última práctica, generadora de un placer muy intenso y prolongado, requiere un aprendizaje y entrenamiento especiales como por ejemplo el Sexo Tántrico.
 En cuanto a la sexualidad femenina, suele haber una confusión en cuanto a la diferencia entre orgasmo clitorídeo o vaginal, clasificación proveniente de la propuesta psicoanalítica. Freud (su precursor) señalaba que las mujeres solamente eran sexualmente maduras cuando tenían un orgasmo vaginal y decía que el clímax producido gracias a la estimulación del clítoris era característico de las niñas o las mujeres inmaduras. Hoy en día persiste la creencia (que genera muchos malentendidos y preocupaciones) de que si una mujer no alcanza un orgasmo a través del coito, sin estimulación del clítoris, hay algo que está mal. Esto no es así. Cada mujer puede vivenciar o no, sus orgasmos a partir de la estimulación de diversas partes de su cuerpo o a través de distintos estímulos. No existe un orgasmo maduro o funcional y un orgasmo inmaduro. Lo importante es que la experiencia sea satisfactoria y placentera para ella.
Otro de los mitos se relaciona con la idea de que las personas somos responsables de que nuestra pareja tenga un orgasmo. Esto tampoco es cierto. Cada persona es responsable de su propio placer. Entre estas responsabilidades se encuentra el derecho de decirle a su pareja qué y cómo le gusta y qué no. Para ello primero hay que conocerse, explorar solos o en compañía para aprender sobre el propio placer y atreverse a conversarlo. Es una vivencia que puede ser muy erótica, divertida y definitivamente enriquecedora, que consolida y refuerza la unión y la satisfacción entre la pareja, y el conocimiento y el disfrute de nuestro propio cuerpo.

sábado, 17 de septiembre de 2016

EYACULACIÓN RETARDADA Y LA ANORGASMIA MASCULINA


El desconocimiento de la fisiología sexual masculina y las falsas creencias sobre el control eyaculatorio puede llevar a que algunos hombres se autocalifiquen de eyaculadores precoces. Por este motivo muchos de los hombres que llegan a consulta manifestando quejas sobre la rapidez de su respuesta no responden al diagnóstico de una disfunción sexual, sino que pueden tener expectativas exageradas sobre su control eyaculatorio
En general se suele identificar la eyaculación con orgasmo, aunque se pueden producir eyaculaciones no placenteras sin que medie ninguna explicación médica. El control de la eyaculación es una de las preocupaciones del varón cuando se enfrenta al encuentro sexual. Así, el momento preciso de la eyaculación se convierte en preocupación, minando su autoestima y, con frecuencia, llegando a deteriorar el conjunto de la relación de pareja
El hombre con eyaculación retardada suele presentarse con un componente de malestar mucho mayor que aquel aquejado de eyaculación precoz, y no es infrecuente que llegue a consulta inmerso en un incipiente cuadro depresivo. La eyaculación retardada se manifiesta con diferentes grados de severidad en cada hombre. Algunos sufren percibiendo que necesitan esforzarse para llegar a eyacular, manteniéndose en la duda sobre si lo lograrán en cada ocasión. Para otros ocurre que nunca pueden eyacular con el coito, e incluso ni siquiera ante su pareja, de forma que algunos lo hacen con posterioridad masturbándose. En casos más severos, el hombre llega a afirmar no haber eyaculado nunca o casi nunca. Se puede definir como la dificultad o incapacidad  de eyacular luego de una estimulación sexual adecuada. Se considera que la eyaculación es retardada cuando el hombre requiere como mínimo entre 30 o 45 minutos para alcanzarla, incluso puede llegar a ser tan grave que haya ausencia absoluta de la eyaculación (aneyaculación).
La distinción entre etiología orgánica o psicógena del retardo eyaculatorio es de suma importancia. Si el retardo es situacional, es decir, no se presenta en todas las ocasiones en que el sujeto eyacula en sus relaciones sexuales o, cosa muy frecuente, no tiene ningún problema cuando se masturba, podemos descartar las causas médicas. En general, antes de insistir en un tratamiento psicoterapéutico deben ser investigadas si existen causas orgánicas que inciden en su aparición. Sin embargo, se puede decir que la mayor incidencia de casos es de origen psicológico. Este trastorno no sólo afecta negativamente al hombre, cuando el coito se alarga mucho, la lubricación vaginal tiende a disminuir y desaparecer, lo que comienza a producir molestias o incluso dolor al proseguir el coito.

Las causas de origen psicológico suelen estar asociadas a la ansiedad, sentimientos de inseguridad y baja autoestima, trastornos de personalidad, fatiga, miedos, excesivo autocontrol, problemas de pareja, etc.  El tratamiento de la anorgasmia va encaminado en primer lugar a eliminar las actitudes negativas y prejuicios en torno a la sexualidad en general y al orgasmo en particular; mejorar la relación a través de la comunicación entre la pareja; establecer un programa de habilidades sexuales a través de una serie de ejercicios específicos para esta disfunción; y fomentar el conocimiento, comunicación e identificación de las sensaciones corporales para así alcanzar el placer integral de la sexualidad personal,  el disfrute del propio  cuerpo y el de su pareja.

domingo, 14 de agosto de 2016

ANORGASMIA FEMENINA


Durante muchos siglos se le negó a la mujer la legitimidad de sentir placer durante las relaciones sexuales, por cuestiones del orden religioso o moral, por las cuales la sexualidad representaba sólo una forma de reproducción. Si bien se aceptaba el placer en el hombre, no así en la mujer, ya que en ella se lo consideraba inmoral. Como consecuencia de tantos años de represión, hoy en día se sienten sus repercusiones negativas, tanto que la anorgasmia femenina constituye una de las disfunciones sexuales más comunes. La anorgasmia puede definirse como la ausencia del orgasmo tras una fase de excitación normal, producida a través de una estimulación que pueda considerarse adecuada en intensidad, duración y tipo.
El orgasmo femenino es un proceso complejo, que tiene componentes biológicos, psicológicos y sociales. Estos últimos son claves y así lo demuestran importantes estudios antropológicos. En aquellas culturas en que se permite que la mujer disfrute del sexo −tal como lo hace el hombre−, la mujer tiene orgasmos regularmente. Mientras que en culturas que censuran el placer femenino, la mujer tiene muchas más dificultades para alcanzar un orgasmo.
En el caso de esta disfunción la mujer puede tener deseo y excitación sexual,  sin embargo por diversos factores no culmina la fase de orgasmo. Es una de la disfunciones más frecuentes en las mujeres, pudiéndose encontrar en frecuencias de casi entre el 30 y 40% de la población femenina en Latinoamérica. Mucha de esta responsabilidad se la podemos atribuir al machismo y a la falta de educación sexual de nuestras poblaciones; en donde el hombre en muchas ocasiones se centra en su propia satisfacción y en su eyaculación sin darle importancia a la satisfacción de su pareja, adicionalmente la insistencia de “proveer” el orgasmo solamente por medio de la penetración, pues la mayoría de las mujeres (75%) sólo puede alcanzar el orgasmo a través de la estimulación continua de su clítoris.  
Para diagnosticar ésta como una disfunción sexual o inhibición debe ser recurrente y persistente, a pesar de que se estimule adecuadamente. Esto quiere decir, que existiendo todas las condiciones físicas y emocionales para lograrlo, el orgasmo no se presenta. Existen varios tipos de anorgasmia las de origen orgánico - natural (embarazo, el climaterio,  la vejez, etc.); las de origen patológico y medicamentoso; las de origen sociocultural y psicológicos; entre los cuales se encuentra la falta o mala  educación sexual, vergüenza, culpa, fobias, neurosis, psicosis, mala relación de pareja actual o pasada, ambiente familiar alterado, exceso de estrés, sentimientos negativos hacia el propio cuerpo, problemas de autoestima, etc.
Actualmente existen programas de entrenamiento para esta disfunción que se realizan paralelamente a la psicoterapia que dan excelentes resultados. La anorgasmia en la mujer conlleva directamente a la frustración de ambos y suele generar grandes dificultades, ya que la sexualidad pasa de ser un fenómeno normal y placentero a una situación de frustración y desencuentro; que si no es bien manejada por ambos suele ser un motivo de distanciamiento en las parejas. 

lunes, 11 de julio de 2016

LA IMPOTENCIA SEXUAL


La impotencia -cuyo término médico es el de "Disfunción Eréctil (DE)"- es la incapacidad de lograr o mantener una erección suficiente para una actividad sexual satisfactoria. La DE es una situación muy frecuente; se ha calculado que afecta en mayor o menor grado a la mitad de los hombres entre los 40 y los 70 años. Cuando un hombre es estimulado sexualmente, las arterias del pene se relajan y dilatan, y el flujo sanguíneo hacia el pene aumenta. A medida que el pene se expande, las venas del pene se comprimen, y la sangre no puede salir. Con más flujo sanguíneo entrando y muy poco saliendo, el pene se vuelve cada vez mayor y más firme.

La mayoría de los casos de DE (70-80 %) están asociados con alteraciones físicas y no psicológicas. La DE se puede producir por alteración de uno o varios de los tres mecanismos responsables de la erección: bloqueo de las arterias; incapacidad de los vasos sanguíneos dentro del pene para almacenar la sangre; o daño en los nervios del pene o del área pelviana. También pueden ser responsables de una DE otras disfunciones fisiológicas, como bajos niveles de hormona masculina (testosterona). Además, muchos medicamentos comunes—medicamentos para la presión arterial, antihistamínicos, antidepresivos, tranquilizantes, supresores del apetito, etc. pueden causar DE como efecto secundario.

Sin embargo, muchos hombres sufren de una combinación de factores orgánicos y psicológicos. Cuando no hay enfermedad orgánica que genere la Disfunción Eréctil se habla de un tipo de DE funcional o psicógena. Las causas psicológicas de la disfunción eréctil incluyen la ansiedad de desempeño, el estrés, la depresión y los conflictos matrimoniales. Para comprender este tipo de casos es necesario mencionar que la función sexual se encuentra íntimamente relacionada con la psique y las emociones de la persona, de forma que cualquier alteración de éstas puede repercutir en la erección. Por eso es que el estrés, cansancio, estados depresivos, conflictos de pareja, problemas familiares y laborales o cualquier otro problema que agobie al hombre puede provocarla. Incluso el hecho de no haber podido mantener relaciones en alguna ocasión se convierte para algunos hombres en un problema agravando la situación y convirtiendo en el factor que detona la Disfunción Eréctil.

Adicionalmente la disfunción eréctil puede ocasionar o exacerbar problemas psicológicos tales como: falta de motivación, baja autoestima, frustración, falta de confianza en sí mismo y depresión. Consecuentemente, las relaciones personales, familiares y de negocios pueden verse afectadas. Estudios recientes indican que las personas que gozan de una buena salud sexual no sólo sufren menos problemas de depresión, ansiedad, hipertensión, diabetes, úlcera, cansancio, virus y otras afecciones, sino que además tienen una expectativa de vida más larga.

La DE es tratable a cualquier edad, y el conocimiento de este hecho ha ido creciendo. Más hombres han buscado ayuda y regresado a la actividad sexual normal debido a tratamientos mejorados y exitosos de la DE. Mitos y expectativas culturales de la sexualidad masculina han impedido a muchos hombres buscar ayuda para un trastorno que puede, en la mayoría de los casos, beneficiarse de un tratamiento médico y psicológico.

domingo, 26 de junio de 2016

TRASTORNO DEL DESEO SEXUAL


El Deseo sexual hipoactivo, es considerado como la disminución o ausencia de fantasías o deseos de actividad sexual de forma persistente o recurrente. El trastorno provoca un malestar acusado o dificultades de relación. Una persona sana se interesa por la sexualidad, sobre todo después de llegar ala pubertad. El deseo es más intenso en algunas épocas que en otras, disminuye cuando una persona está demasiado absorbida por su trabajo u otras actividades y aumenta cuando la persona tiene una oportunidad sexual excitante y cuando está en compañía de una persona que le atrae mucho.
Son muchas las personas que padecen este problema, aunque no todas llegan a una consulta profesional para recibir el diagnóstico adecuado y la ayuda psicológica y sexológica  que requiere el trastorno. Siendo la esfera de la sexualidad tan importante para la calidad de vida del ser humano, muchas de estas personas vivirán insatisfechas e infelices. En el plano de la pareja esto puede tener consecuencias importantes. Aunque un buen número de individuos no revelarán ante su pareja esta situación, y podrán seguir manteniendo relaciones sexuales, pero sintiendo una gran apatía. En otros casos, la ausencia de deseo y hasta las disfunciones que pueden aparecer en carácter reactivo (impotencia, dispareunia, anorgasmia) harán que la actividad sexual de la pareja mengüe y hasta desaparezca, lo cual lleva generalmente a serios problemas de relación.
Aunque a veces el problema puede estar motivado por alguna anomalía orgánica (carencias hormonales, trastornos endocrinos,  insuficiencia renal, etc.) lo más normal es que el problema obedezca a causas psicológicas como un bajo nivel de autoestima,  estados depresivos, excesivo estrés o ansiedad, mala relación de pareja, una historia de abusos sexuales, etc. Esta disfunción requiere un  programa de tratamiento más largo y más completo que otras, aunque el terapeuta en este caso puede ayudarle a descubrir las causas que motivan dicha inapetencia sexual y a proporcionarte  recursos necesarios para que dicho deseo se vea incrementado.
El tratamiento se debe orientar hacia los factores que pueden inhibir el interés sexual y con frecuencia pueden ser múltiples. Algunas parejas necesitarán trabajo de mejoramiento de la relación o terapia de pareja antes de centrarse directamente en el incremento de la actividad sexual. Algunas parejas necesitarán un poco de instrucción sobre el desarrollo de destrezas en la  resolución de conflictos y requerirán ayuda para resolver las diferencias en aquellas áreas no relacionadas con el sexo. El entrenamiento en la  comunicación para hablar a nivel de emociones, mostrar comprensión, resolver las diferencias de tal forma que refleje sensibilidad y respeto por los sentimientos de ambas partes, aprender cómo expresar la ira de manera constructiva y reservar el  tiempo para las actividades de la pareja, el afecto y hablar tienden a estimular el deseo sexual.
Muchas parejas también necesitarán concentrarse directamente en la relación sexual, donde a través de la educación  y las tareas de pareja puedan expandir la variedad y el tiempo dedicados a la actividad sexual. Es posible que algunas parejas necesiten concentrarse en las formas de poder acercarse sexualmente a la otra persona de una manera más interesante y conveniente y en cómo rehusar una invitación sexual de una forma suave y discreta.
Los trastornos de deseo sexual son con frecuencia los problemas sexuales más difíciles de tratar, en especial si se presentan en los hombres. Por lo tanto, se debe buscar asesoría de un especialista en sexualidad y terapia de pareja. 

miércoles, 25 de mayo de 2016

LAS DISFUNCIONES SEXUALES

     

     
    La sexualidad humana es una parte básica del total de la personalidad y debe ser considerada como un proceso a lo largo de toda la vida, el cual va desde la infancia hasta la ancianidad y que tiene consecuencias biológicas, psicológicas y morales. Las disfunciones sexuales son problemas en el funcionamiento erótico de las personas que usualmente impiden el desarrollo de una vida sexual plena, el desarrollo de vínculos eróticos satisfactorios en las parejas y que, muy frecuentemente deterioran la autoimagen y la autoestima de las personas. Sus determinantes pueden encontrarse en una variedad de niveles de nuestra naturaleza humana, desde nuestra constitución biológica hasta la naturaleza del vínculo de pareja y el ambiente social y cultural en que nos desenvolvemos.

     Las disfunciones sexuales son trastornos que tienen su origen tanto encausas orgánicas (físicas) o psicológicas y afectan tanto a hombres como a mujeres. Cada vez más personas acuden al psicólogo o al sexólogo para resolver unos problemas que hasta hace pocos años se abordaban en la intimidad de la pareja, o simplemente se mantenían ocultos. Son problemas en la respuesta sexual humana (el deseo, la excitación y el orgasmo) que usualmente impiden el desarrollo de una vida íntima plena, afectan la salud integral y la autoestima del individuo, así como su relación de pareja.

     Padecer de algún tipo de trastorno sexual es algo muy común hoy en día. Lo mejor que se puede hacer es buscar el tratamiento adecuado lo antes posible, para volver a disfrutar de la vida sexual plena que tanto la persona afectada como su pareja merecen.

     Las disfunciones sexuales se presentan en cualquier individuo, en forma independiente de la edad, sexo, raza, religión, estado civil, etc. Son muchas y diversas las causas que conllevan a los trastornos de la respuesta sexual. El 60% de los casos de trastornos de la respuesta sexual son debidos a una respuesta de ansiedad intensa, específica al encuentro sexual. Otro 20 a 30% está determinado por factores orgánicos, enfermedades psiquiátricas y alcoholismo. Las dificultades sexuales pueden comenzar temprano en la vida sexual de una persona o pueden desarrollarse después que el individuo ha experimentado el sexo de manera agradable y satisfactoria. El problema puede desarrollarse de forma gradual con el tiempo o puede ser repentino y presentarse como una incapacidad total o parcial de participar en una o más etapas del acto sexual. La causa de las dificultades sexuales puede ser física, psicológica o ambas.

     Lo más común es que las disfunciones sexuales obedezcan a causas psicológicas como un bajo nivel de autoestima, estados depresivos, excesivo estrés o ansiedad, una historia de abusos sexuales, una mala relación de pareja, o simplemente un mal aprendizaje de las conductas sexuales. Igualmente es frecuente en personas que sufren de alguna dependencia, como el alcoholismo o los psicofármacos. Muchas drogas pueden intervenir en el proceso funcional de la excitación y el orgasmo. Otra de las causas frecuentes es un inadecuado perfil hormonal, en especial un bajo nivel de andrógenos. La testosterona es necesaria para mantener el deseo no sólo en el hombre, sino también en la mujer, aunque en ella los niveles normales son mucho más bajos.

     Cuando se llega a la conclusión de que el funcionamiento sexual es efectivamente anómalo, es necesario hacer una evaluación que sitúe el trastorno en el diagnóstico correcto. El aspecto más importante de este análisis es el diagnóstico diferencial entre causa orgánica y psicológica, si es situacional o general y si es de carácter primario o secundario.

     Entre las disfunciones sexuales más comunes encontramos:

-Deseo Sexual Hipoactivo: Inhibición de apetencia sexual persistente en el tiempo.
-Aversión sexual: Miedo irracional a la actividad sexual.
Disfunción Eréctil (Impotencia): Incapacidad para obtener o mantener la erección.
-Trastorno de la excitación en la mujer: Incapacidad para obtener o mantener la respuesta de lubricación.
-Eyaculación Precoz: Falta de control voluntario sobre la respuesta de eyaculación.
-Eyaculación Retardada: Retraso en la respuesta de eyaculación.
-Anorgasmia: Incapacidad de llegar a la fase de orgasmo, tras la fase de excitación.
-Dispareunia: Dolor en los genitales durante o inmediatamente después de la actividad sexual.
-Vaginismo: Contracción involuntaria de los músculos de la vagina que impide o dificulta la penetración.

domingo, 13 de marzo de 2016

LA ATRACCIÓN SEXUAL


 “Es un no sé qué… pero me gusta”. “Es que es tan simpático(a) e interesante”. “Me ha flechado Cupido” ¿Será el olor, la voz, la presencia, la sonrisa, el físico o sencillamente un gesto lo que nos atrae sexualmente de otras personas?  Este desconocimiento, estriba en el hecho de que nos resulta prácticamente imposible analizar la inmensa cantidad de datos que nuestro cerebro ha procesado, para llegar a la conclusión que esa persona que conocimos ayer, sencillamente nos gusta y atrae.

Es el Hipotálamo quien percibe todos estos detalles y a su vez  éstos son transmitidos a la glándula pituitaria, donde se libera una hormona que determinará la impresión provocada por esa persona. Las opciones son la atracción o la indiferencia, y en este caso ya no habrá nada que hacer: la química manda. Pero esto es sólo la primera parte, la más instintiva de la relación. Partiendo de esta base puramente física, el camino de la respuesta sexual pasa por la mente, complicada en los humanos como en ningún otro animal; añadiendo multitud de imágenes previas, conceptos, preferencias basadas en la experiencia o en situaciones vividas, recuerdos y que junto con la educación recibida, el ejemplo familiar, la personalidad... determinan un modelo social propio de cada persona.

La respuesta inconsciente del organismo, en caso de ser favorable a un acercamiento sexual, comprende señales más o menos claras como cejas arqueadas, ojos muy abiertos y miradas prolongadas. Humedecer los labios con la lengua o mantener la boca abierta y en franca sonrisa, la inclinación del cuerpo hacia la otra persona, y en una progresiva tendencia a reducir la distancia que separa a las dos personas, incluso hasta el punto de provocar ligeros roces o contactos son también señales de que las cosas van en buena dirección. Entonces una vez que las dos personas saben que están predispuestas y no van a encontrar un rechazo a sus iniciativas, se pasa a la acción consciente, al flirteo y la seducción.

Numerosas investigaciones dan un papel importantísimo a los estímulos olfativos (sustancias sexuales odoríferas llamadas feromonas) como sexualmente atrayentes en especies no humanas; la hembra humana también segrega sustancias similares; pero se cuestiona hasta qué punto los hombres son capaces de detectarlas.  Además el factor cultural asociado a la higiene, hace que por regla general se considere atractivo el olor a “limpio” o perfumado que tapan y esconden nuestras propias esencias y olores. Es indudable que algunas personas tienen un fuerte atractivo para casi todas las demás. Un magnetismo personal que las hace fascinantes y en algunos casos irresistibles; existe un patrón de belleza que es general para casi todas las culturas y que de alguna manera hace que visualmente nos atraigan más que otras, como por ejemplo el grado de simetría del rostro y cuerpo (a mayor simetría mayor atractivo).

En definitiva la atracción sexual puede despertarse a través de todas las formas de percepción sensorial pero por ahora seguirá siendo un enigma cuáles son los factores específicos que hacen que nos sintamos atraídos sexualmente hacia una persona e incluso nos enamoremos.

viernes, 4 de marzo de 2016

¿CÓMO SE ESTABLECEN LAS RELACIONES DE PAREJA? (PARTE II)


El proceso de atracción es sumamente complejo e influido por un sinfín de factores a distintos niveles. Es un tema que ha preocupado mucho a los estudiosos del comportamiento humano y de las relaciones de pareja. Hay teorías que intentan explicarlo por medio de procesos químicos, genéticos, hereditarios. En cualquier caso, para la mayoría de las personas existen patrones de comportamiento que suelen repetirse una y otra vez  y éstos suelen suceder en varias etapas.
En una primera etapa llamada de Estímulo, donde el primer contacto puede determinar lo que pueda suceder después, la atracción física y los atributos externos cumplen un factor primordial. Las colonias, los perfumes y el olor que desprende una persona, ejercen una atracción, o rechazo, significativo en una relación que comienza. La suma de todos los detalles nos puede dar una idea bastante exacta de quién tenemos enfrente. En cuanto al lenguaje del cuerpo, la opinión más generalizada entre los psicólogos es que lo más importante de la comunicación entre humanos no es verbal. Estos mensajes crecen, a pesar nuestro, cuando estamos cerca de alguien por quien nos sentimos atraídos. Muchas veces, en vez de exteriorizar los sentimientos, procuramos ocultarlos, consiguiendo con frecuencia un resultado distinto al que pretendíamos.

En una segunda etapa la de valor, la formación de impresiones es la antesala de cualquier relación interpersonal, es uno de los primeros elementos que se presenta en la interacción entre los sujetos, donde los individuos forman una imagen coherente respecto del otro a partir de la información que reciben, la que siendo positiva tenderá a provocar en el sujeto un interés por iniciar la interacción, lo que estará motivado y definido por las semejanzas, sean estas de tipo ideológico, culturales o simplemente de intereses comunes. Las personas establecerán, con mayores probabilidades, relaciones íntimas con una persona simpática, agradable, profunda y divertida, que se manifieste preocupada por la relación que se establece, de igual forma que se muestre seguro de sí misma.

Como tercera etapa, la de Rol, donde la atracción recae en la ejecución eficaz de los roles asignados a cada miembro de la pareja lo que nos sitúa en el plano de la reciprocidad, donde se comienzan a hacer evaluaciones positivas mutuas, estableciéndose lazos de complementariedad, congraciamiento  entre los individuos, estos lazos permiten y facilitan que los individuos establezcan una relación, dando paso finalmente a una relación íntima, instancia en la cual se comienza a manifestar preocupación por el bienestar del otro y se caracteriza por presentar manifestaciones de compañía, confidencia y ayuda entre los sujetos. Todas estas claves van generando un conocimiento del otro, que eventualmente implicará la existencia de intimidad.


La manera en que nos relacionamos puede proveernos de beneficios en distintas áreas y sin duda alguna influenciará nuestra habilidad para establecer y mantener las relaciones de pareja.

miércoles, 10 de febrero de 2016

¿CÓMO SE ESTABLECEN LAS RELACIONES DE PAREJA? (PARTE I)

                          

Diversos autores coinciden en que la capacidad para amar, para relacionarse de una manera íntima con otra persona, para establecer un compromiso estable depende en gran medida, del grado de estructuración y organización de la personalidad. Las Habilidades sociales que se necesitan para iniciar  relaciones se relacionan con la habilidades conversacionales que se refieren a las destrezas que ponemos en marcha para iniciar, mantener o cerrar conversaciones, para concertar citas, introducirse en un grupo, la expresión de emociones positivas y negativas, el decir no, el expresar o recibir críticas o elogios, la asertividad que se relaciona con la defensa de los derechos personales, la expresión de emociones positivas y negativas.  

Así podemos reconocer dos elementos fundamentales que hacen posible las primeras interacciones entre una pareja, estos son, el lenguaje, el que nos permite dar a conocer y comprender nuestro entorno y sus implicaciones, tanto objetivas como subjetivas, permitiendo a su vez la producción y reproducción de los sistemas sociales; el otro elemento constituyente de la interacción social está dado por el intercambio que se establece mediante impostaciones de voz, gestos, signos y símbolos dotados de significado y sentido, que permiten el reconocimiento, por ejemplo de ciertos estados de ánimo, emociones, actitudes hacia los otros, además de otras características que estarán determinadas por las circunstancias y contextos específicos de nuestro desarrollo como seres eminentemente sociales. Así la comunicación, es decir, el proceso a través del cual los sujetos transmiten información a los otros, posibilita y potencia la interacción social y la posibilidad de entablar una relación íntima.

Es interesante reflexionar sobre lo que resulta más atractivo a la hora de interesarse sexualmente por otras personas. Sabemos que es posible que la respuesta a esa cuestión esté relacionada con el fin que se persiga a la hora concertar citas. Es decir, si la elección está encaminada a escoger a la persona con quien pretendes pasar el resto de tu vida, o si simplemente se trata de escoger a una persona para una relación casual o esporádica.

En las relaciones es frecuente que haya aspectos problemáticos y conflictivos, o bien haya puntos de vacío o desencuentro que no se acaban de llenar. Pero sí que podemos apuntar a una relación que sea lo más integral, plena y evolucionada posible. Para poder crecer juntos es importante tener un proyecto común, una dirección común. El objetivo no es el otro, sino que el otro sea un compañero de camino hacia el mismo objetivo. En la convivencia de pareja, la forma de comunicarse, el estilo de negociación utilizado en la resolución de los conflictos existentes y la visibilidad del  otro son aspectos que deben revisarse en etapas posteriores para que las relaciones íntimas puedan mantenerse a través del tiempo.


lunes, 1 de febrero de 2016

HABLANDO DE SEXO EN CASA



¿Cuándo empezar a hablarles a nuestros hijos sobre el amor y el sexo? Sin darnos cuenta hemos empezado a hablar con ellos desde el momento de su nacimiento y quizá antes. Desde el instante que sabemos que es "hembra" o "varón", comenzamos a tratarlos de una manera diferente de acuerdo al sexo al cual pertenecen. Allí comienza el diálogo sin palabras, con las actitudes que adoptamos con la elección de su ropa y juguetes. También hay otra clase de información que se proporciona a los hijos desde el momento en que nacen, expresada a través de caricias, mimos, contacto físico, besos; que les dicen que tocar, besar, acariciar son cosas agradables y placenteras. Igualmente el proceso de aprendizaje de la identidad y el rol sexual, así como buena parte de lo que conocemos sobre sexualidad, lo hacemos a través de la observación de los demás y no sólo por lo que se les diga, por lo tanto las demostraciones afectivas de la pareja, constituirán la educación sexual temprana del pequeño, reforzando la idea de que amar y tocarse es algo maravilloso. Con las actitudes que adoptemos estamos contribuyendo a formar su “mapa del amor” que será lo que determinará su sexualidad futura.

Al hablar de sexualidad con nuestros hijos la principal barrera son nuestras propias carencias y limitaciones, las emociones que proyectamos, los juicios de valor, nuestras miradas de aprobación o rechazo, la relación que tengamos con nuestra pareja, las experiencias que hayamos tenido, etc., que crean en nosotros mismos las dificultades que a veces nos impiden formar actitudes positivas en nuestros niños hacia la sexualidad.

A los niños hay que decirles la verdad comenzando por hechos simples e ir construyendo una información más compleja a medida que el niño va creciendo. Algunos padres al enfrentarse a una pregunta delicada pueden desear dar una respuesta verdadera, pero sentir al mismo tiempo que sus hijos no están preparados para conocer los detalles. Probablemente ambas ideas sean correctas, pero en lugar de desentenderse o dar una versión modificada de la realidad, es preferible optar por proveer la cantidad de verdades que el niño pueda manejar. Nuestros hijos no sólo necesitan información sino la confianza de poder hablar con sus padres sobre lo que les preocupa. Callar a los interrogantes de nuestros hijos es también una forma de educar; con el silencio y la evasión estamos enseñando que del sexo no se habla ni se pregunta; respondiendo a su curiosidad estamos generando confianza en el hijo, pues probablemente somos los padres la mejor fuente de información en lo que a veces no tienen que ver con lo estrictamente biológico, sino con los sentimientos, los valores, la libertad, los prejuicios.

Si la curiosidad de nuestros hijos supera nuestra capacidad de respuesta, no nos alarmemos, siempre se puede volver atrás, corregir errores, revisar conceptos gastados, o en todo caso reconocer nuestro desconocimiento, invitándolo a investigar juntos sobre el tema, lo que sí es importante es que ellos sepan de nuestra disposición a escucharlos, de crear puentes de comunicación. Si por el contrario le hemos dado mayor información de la que nos piden, o nos hemos puesto catedráticos, ellos se encargarán de hacérnoslo saber, ya sea aburriéndose o simplemente filtrando lo que responde a su interés del momento. Al contrario de lo que algunos piensan la información certera que le aportemos a nuestros hijos retardarán el inicio de los contactos sexuales precoces y motivaran a nuestros hijos a mantener conductas sexuales más seguras y responsables.

domingo, 24 de enero de 2016

LA NUEVA REVOLUCIÓN SEXUAL

       

     Una Nueva Revolución Sexual está en proceso desde el comienzo de este milenio.   Vivimos   una época   de   cambios   muy   importante,   ya   no   sólo   por   el   triunfo   de   los   movimientos   feministas   y   los   descubrimientos científicos de los últimos 60 años, ahora nos encontramos en la era de las reformas legales y jurídicas a favor de una nueva sexualidad. .   Las   condenas   públicas por  la expulsión   de   Gays   del   ejército,   las   nuevas   legislaciones   Europeas  y Norteamericanas a   favor   de uniones   legales   o  matrimonios   entre   personas   de  un   mismo   sexo,   y   la   “salida   del   closet”  de   decenas   de  importantes políticos y celebridades a nivel mundial, son un ejemplo de ello.

            Sumado a esto, los cambios de valores sobre lo que significa ser mujer o ser hombre, han producido una   extrapolación   de   éstos   a   una   esfera   más   global;   el   acto   sexual   ya   no   es   sinónimo   de   reproducción,   hoy   en   día también significa placer, satisfacción  y comunicación. Tampoco el  acto  sexual  es  equivalente a penetración, pudiendo tener   otras   manifestaciones   que   no   se   restringen   únicamente   al   coito.   Las   nuevas   generaciones   están   observando modificaciones  considerables  en  lo   que   se  refiere  al  papel  sexual  que  ancestralmente  le  correspondía   al  hombre  o  le correspondía a una mujer. Cuando se habla de papel o rol sexual hay que referirse al papel como ser humano sexual, es decir de ser capaces de sentir y de dar afecto, ofrecer ternura, ser generoso y compartir por igual las responsabilidades y tareas que suponer el convivir en pareja y tener descendencia.

            Hoy en día consideramos el sexo como un acto de gratificación, aceptamos el erotismo naturalmente en nuestra vida cotidiana, hemos sido bombardeados con publicidad explicita hacia nuevos modelos sexuales y hemos incorporado a nuestros   niños   y   adolescentes   a   una   educación   sexual   centrada   en   la   gratificación   de   la   pareja   y   al   control   de   las infecciones de trasmisión sexual. El mercado nos ha inundado con diferentes productos de fácil acceso para el control de   la   natalidad   y   de   instrumentos   eróticos.   La   internet   y   el   chateo   han   introducido   una   nueva   gama   de   actividades sexuales, como el cibersexo o el formar parejas por este medio.

            Esta nueva actitud cultural y moral nos ha permitido sobre todo a  las mujeres, a decir y decidir lo que queremos, disfrutar del sexo y de tener orgasmos; la desmitificación del autoerotismo y la masturbación convirtiéndola en una fuente recomendada de placer erótico; la Internet; la despenalización moral de la expresión afectiva del sexo; la aceptación de ancestrales religiones y tendencias espirituales que realzan el sexo entre la pareja y lo convierten un pozo de placer y de expresión   de   nuestros   afectos   y   sentimientos;   las   nuevas   concepciones   del   sexo   como   algo   positivo   que   no   debe negarse,   reprimirse   ni   abstenerse;   las   nuevas   políticas   educativas   a nivel global   y   políticas de   responsabilidad   social   tendientes   a proporcionar   a   sus   ciudadanos   la   máxima   información,   ofertando   fácil   acceso   a   los   medios   de   planificación   familiar, haciendo   frente   a   los   riesgos   en   la   adquisición   de   enfermedades   o   embarazos   no   deseados, tendientes a una educación sexual centrada en el placer y al mantenimiento de conductas sexuales seguras.


            Ha sido el estado, la familia, la escuela y en muchos casos la iglesia, quienes han ido trasformando la concepción de la sexualidad que hoy en día tenemos.  Todo ello aspirando a llegar a la libertad elemental de ser y aceptarnos a nosotros mismos.

domingo, 10 de enero de 2016

LAS FANTASÍAS SEXUALES


Las fantasías en general hacen que podamos evadirnos de las frustraciones de la vida cotidiana. Mediante la imaginación el individuo puede transformar el mundo real en lo que más le agrade, aunque sea algo inverosímil y efímero. Si bien la fantasía no es más que una divagación simulada de nuestra mente, puede contribuir a promover el entusiasmo, estímulo, aventura, goce y seguridad en uno mismo.

Las fantasías sexuales se inician en la niñez y aparecen con mucha fuerza en la adolescencia cumpliendo una función destacada en nuestra vida, como instrumento para combatir la rutina, inducir a potenciar la excitación, liberar las tensiones internas y facilitar ensayos imaginarios e inocuos de conductas jamás llevadas a la práctica.

El hecho de que una persona emplee una determinada fantasía sexual no presupone necesariamente que desee llevarla a la práctica. Muchas veces las fantasías se oponen a nuestras creencias y escalas de valores, pero, por tratarse de escenas imaginadas, deberíamos aceptarlas y sacar partido de ellas. Comúnmente fantaseamos para hacer todo aquello que no nos atrevemos o no queremos hacer. Alguna gente, lucha contra esas imágenes al considerar que es algo impropio. Sin embargo, los pensamientos y figuraciones no son actos. Se puede, por ejemplo, fantasear con personajes de ficción y eso no quiere decir que hemos sido infieles.

Siempre se ha pensado que los hombres tienen más fantasías sexuales que las mujeres, al igual que se ha acuñado por la creencia popular, que ellos tienen más necesidades sexuales. Pero quienes hemos estudiado el tema desde la sexología, afirmamos que existen muchas similitudes entre las fantasías de unos y otras. Las fantasías sexuales son el salvavidas de muchos hombres y mujeres con o sin pareja. Pero todo el mundo vivencia, en mayor o menor medida, esas imágenes y pensamientos sobre temas sexuales que nos llevan a sensaciones muy placenteras. Por medio de las fantasías, podemos hacer todo lo que nos gusta, no hay límites y la imaginación y la creatividad se desbordan. Es un terreno donde nada está prohibido y todo puede ser posible, aunque a veces nos asuste. Algunas personas comparten sus fantasías con la pareja mientras que otras, las guardan celosamente como algo íntimo o ante el temor de no ser comprendidas y se les intente buscar otras connotaciones que no tienen.

            Estas fantasías cumplen varias funciones como la de originar excitación y provocar excepcionalmente el orgasmo; sustituir experiencias inalcanzables; aumentar el placer durante la actividad sexual; facilitar la respuesta sexual previa a una experiencia; constituir una forma de ensayo de experiencias posteriores que producen mayor seguridad a sí misma/o sin exponerse a ningún riesgo y con total control.

 Las fantasías sexuales pueden ser una fuente de crecimiento personal, de autoconocimiento de placer, de juego, de creatividad. A partir de ellas, podemos entender muchas de nuestras actitudes relacionadas con la sexualidad. Las fantasías acompañan a muchas actividades pero muy especialmente a la masturbación. Algunas investigaciones han arrojado que más del 90% de los adolescentes, hombres y mujeres, tienen fantasías eróticas durante esa práctica. Son, por tanto, mecanismos de adiestramiento que disipan muchos miedos de la inexperiencia y por ello, más que sentir temores ante ellas, debemos reconciliarnos con una variante que puede darnos seguridad en nosotros mismos, además son una forma de autoerotismo que facilita las actividades sociosexuales. Las fantasías repercuten decididamente en las futuras experiencias sexuales y pueden servir, además, para evitar la rutina dentro del matrimonio.

viernes, 1 de enero de 2016

LOS CONFLICTOS DE PAREJA




Las estadísticas dicen que los casados viven más y con mayor calidad de vida,  esto cuando no hay conflictos. Pero los conflictos: enferman mental (depresión, trastorno bipolar, bebida, violencia,..) y físicamente (corazón, cáncer, enfermedades inmunológicas, dolor crónico...). Hasta aumentan la probabilidad de accidentes de tráfico, incluyendo los mortales. Los conflictos en la pareja generan también problemas en los hijos (problemas de conducta, depresión y problemas para alcanzar la intimidad en el futuro). En mayor o menor medida, con buena o mala fortuna, todas las personas adultas conocemos la experiencia del amor, del enamoramiento, y también del desamor y de las consecuencias emocionales que implica. Cuando empezamos una relación todos sabemos que esa relación puede terminar. Si la función que tiene la pareja humana es la de desarrollar la capacidad amorosa de cada individuo, puede ocurrir que ese sistema empiece a no ser válido para el desarrollo personal de uno de sus miembros y a partir de ese momento tiene que haber un replanteamiento real y una asunción de la crisis. 

            Ese conflicto puede venir motivado por un cambio de valores individuales, por un cambio de trabajo, por la entrada de una tercera persona dentro del marco sexual o afectivo-emocional, por el nacimiento de un hijo, por el fallecimiento de un familiar de uno de los miembros de la pareja, o por cualquier otra circunstancia cotidiana que influya directamente en la emocionalidad, y eso repercute en su sistema más próximo. Una crisis de pareja no significa necesariamente el fin de una relación pero su presencia hace saltar la alarma y nos alerta de que algo no va bien. Las crisis de pareja forman parte de la relación amorosa. Se trata de momentos difíciles en los que parece tocarse fondo y sobre los que sobrevuela bajo el fantasma de la separación. El conflicto se vive como una amenaza que abre brecha en nuestra siempre frágil seguridad emocional. El desenlace dependerá de cómo sepamos afrontar esta especie de naufragio transitorio; sólo un cambio de actitud y de enfoque puede devolvernos el amor.

En  la pareja se va construyendo un método para tomar decisiones y se establece una estructura de poder, que puede ser más ó menos democrática, pero siempre aceptada por los dos. La toma de decisiones es una de las fuentes de conflicto importantes en la pareja. Si una pareja logra remontar este bache, la relación se ve fortalecida y ambos miembros experimentan un crecimiento personal y afectivo. Pero si fracasa en el empeño, la ruptura puede convertirse en la única salida de la relación. Determinados estados emocionales como la depresión y la ansiedad pueden afectar seriamente una relación y la solución tiene que pasar, en primer lugar, por la curación del miembro que las padece. Los problemas de comunicación son una de las dificultades más graves y habituales que manifiestan las parejas en conflicto y la principal causa que motiva en los matrimonios la necesidad de acudir a un terapeuta. La capacidad de diálogo sincero es un rasgo distintivo de madurez personal. Aunque los expertos aseguran que la mujer tiene mayor habilidad para expresar sus emociones, la transparencia debe caracterizar una comunicación entre iguales, donde no existan dominadores ni dominados, vencedores ni vencidos. Para tener intimidad, para resolver los problemas, para tomar decisiones, y para convivir es preciso saber comunicarse, escucharse y respetarse. La capacidad de comunicarse y de resolver los conflictos es fundamental para la continuidad de la pareja.

Podríamos concluir que el amor conyugal está en crisis porque los resortes del hombre contemporáneo se han vuelto frágiles. Se vive sin asideros, sin soportes sólidos, en una existencia que a veces tiende al vacío, a la superficialidad o al ritmo vertiginoso de vida, pero en ocasiones sin un rumbo definido. Desde este punto de vista se hace difícil y costoso entender que el amor (darlo y recibirlo)  se aprende y que además necesita de esfuerzos, de renuncias y de sacrificios, que muchas veces somos incapaces de brindar.