El proceso de
atracción es sumamente complejo e influido por un sinfín de factores a
distintos niveles. Es un tema que ha preocupado mucho a los estudiosos del
comportamiento humano y de las relaciones de pareja. Hay teorías que intentan
explicarlo por medio de procesos químicos, genéticos, hereditarios. En
cualquier caso, para la mayoría de las personas existen patrones de
comportamiento que suelen repetirse una y otra vez y éstos suelen suceder en varias etapas.
En una primera etapa llamada de
Estímulo, donde el primer contacto puede determinar lo que pueda suceder
después, la atracción física y los atributos externos cumplen un factor
primordial. Las colonias, los perfumes y el olor que desprende una persona,
ejercen una atracción, o rechazo, significativo en una relación que comienza.
La suma de todos los detalles nos puede dar una idea bastante exacta de quién
tenemos enfrente. En cuanto al lenguaje del cuerpo, la opinión más generalizada
entre los psicólogos es que lo más importante de la comunicación entre humanos
no es verbal. Estos mensajes crecen, a pesar nuestro, cuando estamos cerca de
alguien por quien nos sentimos atraídos. Muchas veces, en vez de exteriorizar
los sentimientos, procuramos ocultarlos, consiguiendo con frecuencia un
resultado distinto al que pretendíamos.
En una segunda
etapa la de valor, la formación de
impresiones es la antesala de cualquier relación interpersonal, es uno de
los primeros elementos que se presenta en la interacción entre los sujetos,
donde los individuos forman una imagen coherente respecto del otro a partir de
la información que reciben, la que siendo positiva tenderá a provocar en el
sujeto un interés por iniciar la interacción, lo que estará motivado y definido
por las semejanzas, sean estas
de tipo ideológico, culturales o simplemente de intereses comunes. Las personas
establecerán, con mayores probabilidades, relaciones íntimas con una persona
simpática, agradable, profunda y divertida, que se manifieste preocupada por la
relación que se establece, de igual forma que se muestre seguro de sí misma.
Como tercera
etapa, la de Rol, donde la atracción recae en la ejecución eficaz de los roles
asignados a cada miembro de la pareja lo que nos sitúa en el plano de la reciprocidad, donde se comienzan a
hacer evaluaciones positivas mutuas, estableciéndose lazos de
complementariedad, congraciamiento entre los individuos, estos lazos
permiten y facilitan que los individuos establezcan una relación, dando paso
finalmente a una relación íntima,
instancia en la cual se comienza a manifestar preocupación por el bienestar del
otro y se caracteriza por presentar manifestaciones de compañía, confidencia y ayuda entre los sujetos. Todas estas
claves van generando un conocimiento del otro, que eventualmente implicará la
existencia de intimidad.
La manera en que nos relacionamos puede
proveernos de beneficios en distintas áreas y sin duda alguna influenciará
nuestra habilidad para establecer y mantener las relaciones de pareja.
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