
Una Nueva Revolución Sexual está en proceso desde
el comienzo de este milenio.
Vivimos una época de
cambios muy importante,
ya no sólo
por el triunfo
de los movimientos
feministas y los descubrimientos
científicos de los últimos 60 años, ahora nos encontramos en la era de las
reformas legales y jurídicas a favor de una nueva sexualidad. . Las
condenas públicas por la expulsión
de Gays del
ejército, las nuevas
legislaciones Europeas y Norteamericanas a favor
de uniones legales o
matrimonios entre personas
de un mismo
sexo, y la
“salida del closet”
de decenas de
importantes políticos y celebridades a nivel mundial, son un ejemplo de
ello.
Sumado
a esto, los cambios de valores sobre lo que significa ser mujer o ser hombre,
han producido una extrapolación de
éstos a una
esfera más global;
el acto sexual
ya no es
sinónimo de reproducción, hoy
en día también significa placer,
satisfacción y comunicación. Tampoco
el acto
sexual es equivalente a penetración, pudiendo tener otras
manifestaciones que no
se restringen únicamente
al coito. Las
nuevas generaciones están
observando modificaciones
considerables en lo
que se refiere
al papel sexual
que ancestralmente le correspondía al
hombre o le correspondía a una mujer. Cuando se habla
de papel o rol sexual hay que referirse al papel como ser humano sexual, es decir
de ser capaces de sentir y de dar afecto, ofrecer ternura, ser generoso y
compartir por igual las responsabilidades y tareas que suponer el convivir en
pareja y tener descendencia.
Hoy
en día consideramos el sexo como un acto de gratificación, aceptamos el
erotismo naturalmente en nuestra vida cotidiana, hemos sido bombardeados con
publicidad explicita hacia nuevos modelos sexuales y hemos incorporado a nuestros niños
y adolescentes a
una educación sexual
centrada en la
gratificación de la
pareja y al
control de las infecciones de trasmisión sexual. El
mercado nos ha inundado con diferentes productos de fácil acceso para el
control de la natalidad
y de instrumentos eróticos.
La internet y el chateo
han introducido una
nueva gama de
actividades sexuales, como el cibersexo o el formar parejas por este
medio.
Esta
nueva actitud cultural y moral nos ha permitido sobre todo a las mujeres, a decir y decidir lo que
queremos, disfrutar del sexo y de tener orgasmos; la desmitificación del
autoerotismo y la masturbación convirtiéndola en una fuente recomendada de
placer erótico; la Internet; la despenalización moral de la expresión afectiva
del sexo; la aceptación de ancestrales religiones y tendencias espirituales que
realzan el sexo entre la pareja y lo convierten un pozo de placer y de expresión de
nuestros afectos y
sentimientos; las nuevas
concepciones del sexo
como algo positivo
que no debe negarse, reprimirse
ni abstenerse; las
nuevas políticas educativas
a nivel global y políticas de responsabilidad social
tendientes a proporcionar a
sus ciudadanos la
máxima información, ofertando
fácil acceso a
los medios de
planificación familiar, haciendo frente
a los riesgos
en la adquisición
de enfermedades o
embarazos no deseados, tendientes a una educación sexual
centrada en el placer y al mantenimiento de conductas sexuales seguras.
Ha
sido el estado, la familia, la escuela y en muchos casos la iglesia, quienes
han ido trasformando la concepción de la sexualidad que hoy en día
tenemos. Todo ello aspirando a llegar a
la libertad elemental de ser y aceptarnos a nosotros mismos.
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