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domingo, 13 de marzo de 2016

LA ATRACCIÓN SEXUAL


 “Es un no sé qué… pero me gusta”. “Es que es tan simpático(a) e interesante”. “Me ha flechado Cupido” ¿Será el olor, la voz, la presencia, la sonrisa, el físico o sencillamente un gesto lo que nos atrae sexualmente de otras personas?  Este desconocimiento, estriba en el hecho de que nos resulta prácticamente imposible analizar la inmensa cantidad de datos que nuestro cerebro ha procesado, para llegar a la conclusión que esa persona que conocimos ayer, sencillamente nos gusta y atrae.

Es el Hipotálamo quien percibe todos estos detalles y a su vez  éstos son transmitidos a la glándula pituitaria, donde se libera una hormona que determinará la impresión provocada por esa persona. Las opciones son la atracción o la indiferencia, y en este caso ya no habrá nada que hacer: la química manda. Pero esto es sólo la primera parte, la más instintiva de la relación. Partiendo de esta base puramente física, el camino de la respuesta sexual pasa por la mente, complicada en los humanos como en ningún otro animal; añadiendo multitud de imágenes previas, conceptos, preferencias basadas en la experiencia o en situaciones vividas, recuerdos y que junto con la educación recibida, el ejemplo familiar, la personalidad... determinan un modelo social propio de cada persona.

La respuesta inconsciente del organismo, en caso de ser favorable a un acercamiento sexual, comprende señales más o menos claras como cejas arqueadas, ojos muy abiertos y miradas prolongadas. Humedecer los labios con la lengua o mantener la boca abierta y en franca sonrisa, la inclinación del cuerpo hacia la otra persona, y en una progresiva tendencia a reducir la distancia que separa a las dos personas, incluso hasta el punto de provocar ligeros roces o contactos son también señales de que las cosas van en buena dirección. Entonces una vez que las dos personas saben que están predispuestas y no van a encontrar un rechazo a sus iniciativas, se pasa a la acción consciente, al flirteo y la seducción.

Numerosas investigaciones dan un papel importantísimo a los estímulos olfativos (sustancias sexuales odoríferas llamadas feromonas) como sexualmente atrayentes en especies no humanas; la hembra humana también segrega sustancias similares; pero se cuestiona hasta qué punto los hombres son capaces de detectarlas.  Además el factor cultural asociado a la higiene, hace que por regla general se considere atractivo el olor a “limpio” o perfumado que tapan y esconden nuestras propias esencias y olores. Es indudable que algunas personas tienen un fuerte atractivo para casi todas las demás. Un magnetismo personal que las hace fascinantes y en algunos casos irresistibles; existe un patrón de belleza que es general para casi todas las culturas y que de alguna manera hace que visualmente nos atraigan más que otras, como por ejemplo el grado de simetría del rostro y cuerpo (a mayor simetría mayor atractivo).

En definitiva la atracción sexual puede despertarse a través de todas las formas de percepción sensorial pero por ahora seguirá siendo un enigma cuáles son los factores específicos que hacen que nos sintamos atraídos sexualmente hacia una persona e incluso nos enamoremos.

viernes, 4 de marzo de 2016

¿CÓMO SE ESTABLECEN LAS RELACIONES DE PAREJA? (PARTE II)


El proceso de atracción es sumamente complejo e influido por un sinfín de factores a distintos niveles. Es un tema que ha preocupado mucho a los estudiosos del comportamiento humano y de las relaciones de pareja. Hay teorías que intentan explicarlo por medio de procesos químicos, genéticos, hereditarios. En cualquier caso, para la mayoría de las personas existen patrones de comportamiento que suelen repetirse una y otra vez  y éstos suelen suceder en varias etapas.
En una primera etapa llamada de Estímulo, donde el primer contacto puede determinar lo que pueda suceder después, la atracción física y los atributos externos cumplen un factor primordial. Las colonias, los perfumes y el olor que desprende una persona, ejercen una atracción, o rechazo, significativo en una relación que comienza. La suma de todos los detalles nos puede dar una idea bastante exacta de quién tenemos enfrente. En cuanto al lenguaje del cuerpo, la opinión más generalizada entre los psicólogos es que lo más importante de la comunicación entre humanos no es verbal. Estos mensajes crecen, a pesar nuestro, cuando estamos cerca de alguien por quien nos sentimos atraídos. Muchas veces, en vez de exteriorizar los sentimientos, procuramos ocultarlos, consiguiendo con frecuencia un resultado distinto al que pretendíamos.

En una segunda etapa la de valor, la formación de impresiones es la antesala de cualquier relación interpersonal, es uno de los primeros elementos que se presenta en la interacción entre los sujetos, donde los individuos forman una imagen coherente respecto del otro a partir de la información que reciben, la que siendo positiva tenderá a provocar en el sujeto un interés por iniciar la interacción, lo que estará motivado y definido por las semejanzas, sean estas de tipo ideológico, culturales o simplemente de intereses comunes. Las personas establecerán, con mayores probabilidades, relaciones íntimas con una persona simpática, agradable, profunda y divertida, que se manifieste preocupada por la relación que se establece, de igual forma que se muestre seguro de sí misma.

Como tercera etapa, la de Rol, donde la atracción recae en la ejecución eficaz de los roles asignados a cada miembro de la pareja lo que nos sitúa en el plano de la reciprocidad, donde se comienzan a hacer evaluaciones positivas mutuas, estableciéndose lazos de complementariedad, congraciamiento  entre los individuos, estos lazos permiten y facilitan que los individuos establezcan una relación, dando paso finalmente a una relación íntima, instancia en la cual se comienza a manifestar preocupación por el bienestar del otro y se caracteriza por presentar manifestaciones de compañía, confidencia y ayuda entre los sujetos. Todas estas claves van generando un conocimiento del otro, que eventualmente implicará la existencia de intimidad.


La manera en que nos relacionamos puede proveernos de beneficios en distintas áreas y sin duda alguna influenciará nuestra habilidad para establecer y mantener las relaciones de pareja.